Desde que empecé a sentirme mejor, no paro de repetir las palabras...vuelta a la normalidad. Ahora que he vuelto a ella, puedo decir que sí es posible volver a la normalidad después del cáncer de mama. Eso sí... hay matices.
Pongo un ejemplo. Yo he vuelto al mismo trabajo que realizaba antes de irme, todo esta igual, igualito igualito... a veces, tengo la sensación de que no han pasado 15 meses. A veces, cuando camino por la planta con mis compañeros o charlo con ellos de los problemas habituales a los que nos enfrentamos, no recuerdo que he tenido cáncer, ni que he perdido el pecho, ni creo que ellos lo recuerden... Es agradable esas sensación de normalidad... pero el cáncer se ha convertido en parte de mi vida y la nueva normalidad no vive al margen de él, de hecho si no se hace presente, siento que vivo en una farsa.
He realizado un trabajo enorme para vivir con la enfermedad y las secuelas de la manera más honrada que he podido, aceptando con resignación todo lo que conlleva. Y creo que he ganado más de lo que he perdido. Estoy segura. Ahora bien, no puedo pretender que mi vuelta a la normalidad sea una negación de lo que me ha ocurrido. No es cuestión de recordar las 24h el tema, pero, hay días en los que sintiéndome bien de estar de nuevo trabajando, cuando de repente me duele el brazo izquierdo o la espalda, o me da un sofoco, o me da una punzada en el pecho de goma... me he entristecido y he dicho, ¿por qué Ana, por qué no puede ser como antes? Y eso, eso es fracasar en mi intento de aceptar lo que me ha ocurrido y vivir feliz después de 15 meses de lucha.
No voy a permitirlo y vosotros que me leeis me vais a ayudar a no caer en esa tristeza profunda que trae consigo ese pensamiento de ¿por qué tuvo que pasarme a mí?
Ana, recuerda que estas sana... dolorida o no, estás sana. Hace un año aún tenías cáncer... ya muy chiquito, pero lo tenías. Recuerda la suerte que tienes de poder decir que a fecha de hoy, el cáncer no vive en tí. De hecho, el cáncer se llevó una parte del centro donde trabajo y recordar que ya no está esa compañera, me recuerda que ¿de qué coño me puedo sentir triste?
También me asaltan otros sentimientos algo negativos... Llevo un tiempo descubriéndome pensando de repente en que el cáncer no acabó en mí y que a más edad, más probabilidad. Así que pienso en todas las mujeres que conozco y me muero de pensar que alguna de vosotras algún día tenga que pasar por esto.
Estoy dedicando mi vida a dar normalidad a esta enfermedad y a sus secuelas y voy yo y pienso que si os ocurre a alguna de vosotras, es lo peor que os puede pasar.
Ana... vuelve en tí.
En fin, tal vez esta tristeza o melancolía se deba a que se aproxima el mes de Octubre, el mes dedicado al cáncer de mama y su lucha, precisamente el mes en el que yo gané mi batalla.
Intentaré convertir este blog durante ese mes en una fiesta del optimismo, pero sobre todo de la normalidad. Sí, de la normalidad de una superviviente de cáncer de mama.
Por hoy os dejo, intentaré mantener más activo el blog este mes de Octubre...
Feliz finde.
Os dejo con la canción que soy capaz de oír mil veces por las mañanas en el autobús camino del curro... Para un sábado a las 22.30, la mejor.