De nuevo, me acerco al blog.
Dentro de muy poquito hará 1 año que me operaron de cáncer de mama. Qué distinto es todo...A veces me parece que ha pasado un siglo y otras, cuando se me hace un nudo en la garganta, parece que fue ayer mismo.
Advierto, la entrada de hoy puede que resulte algo dura… puede que los sanotes sintáis algo de miedo, sobre todo las chicas, pero es que mi realidad y la de muchas mujeres es así. Dura.
Voy a intentar explicar la cirugía a la que me sometieron para salvarme la vida. Los que me seguís sabéis que, antes de operarme, pasé por el tratamiento de quimio, con un excelente resultado. Me hicieron una resonancia al acabar las 6 sesiones de quimio y los tumores a nivel macroscópico habían desaparecido. Lloré emocionada al saber que tanto quimiosufrimiento había merecido la pena y me sentí un poco más sana y sobre todo, mucho más convencida de que la batalla la iba a ganar.
LA QUIMIOTERAPIA FUNCIONA
Precisamente, el mismo día que tuve en mis manos el resultado de la resonancia, me comunicaron que a pesar del éxito del tratamiento, había que operar. Mastectomía bilateral. Tracatá. La alegría de saber que el cáncer estaba perdiendo la batalla conmigo gracias al envenenamiento cíclico, se juntó con una amarga sensación, la de que el precio por ganar la batalla me iba a salir carillo.
La primera vez que oí al cirujano decir mastectomía bilateral meses antes, le odié a muerte. 4 meses después, al oírlo de nuevo, sentí que pronto todo acabaría y había esperanza, pero el miedo es más grande que cualquier buena intención. Me explicó cómo sería la intervención y que 25 años después podría estar charlando con él. Visto así, no es mala idea una mastectomía bilateral, ¿no?
Hoy intento contaros cómo fue mi operación, que es una de las más empleadas, por sus buenos resultados estéticos y por su buena recuperación. No pretendo hacer un máster sobre cáncer de mama, sólo contar mi experiencia, por si puede ayudar. Sé que hay distintos tipos de reconstrucción e incluso distintos tipos de mastectomía, pero no sé en primera persona cómo son. Escribo porque a mí me ayudó mucho saber en qué iba a consistir y también ver fotos, que me enseñó el propio Dr. Villanueva. Si yo quedaba como las de las fotos, no había nada malo por lo que preocuparse. Pensé, gracias a los médicos y a los cirujanos por seguir avanzando en la lucha contra el cáncer, pero sobre todo, en la lucha por vencer las secuelas.
Por cierto, no mirar internet. Error.
Voy a ir paso a paso. En mi caso, me realizaron una mastectomia radical modificada (tipo Madden) en la mama izquierda con vaciamiento axilar y una mastectomia total subfascial sin vaciamiento axilar en la mama derecha, con colocación de expansores en ambas mamas. Hay diferencias técnicas entre la técnica empleada en la izquierda y en la derecha, pero el resultado es el mismo… me quitaron ambas mamas e iniciaron en la misma intervención el proceso de reconstrucción mamaria.
¿Cómo lo hacen?
1º. Una vez en el quirófano, ya dormida, te analizan el tejido mamario y también la presencia de metástasis axilar. En el lado izquierdo estaba previsto hacerme vaciamiento ganglionar, pero en el derecho me hicieron la prueba del ganglio centinela (otra prueba diagnóstica más que añadir al listado de la semana anterior). Esta prueba revela el primer ganglio que riega la mama, por decirlo de alguna manera. Si este está sano, lo estarán el resto, así que no sería necesario quitar nada.
2º. Quitar toda la glándula, que se extiende por muchos sitios y también la piel que recubre, pezones incluidos. Algo de músculo pectoral también. Me hicieron una cicatriz que va desde una axila a otra (salvando el canalillo por un dedillo) y me quitaron toda la masa de ganglios del lado izquierdo. Bien, como mi ganglio centinela derecho salió negativo, conservo el resto de ganglios de mi axila derecha. Todo lo que sea conservar, gusta en una situación como la mía. Lo del tema cicatrices no sé muy bien cómo va. La mía es supergrande porque yo tenía tumores en ambas mamas y había que ser bastante radical para hacer las cosas bien hechas. Sin embargo, sé que hay gente a la que operan igual que a mí, pero la incisión parece menor. Así que, más adelante investigaré sobre esto.
2º. Quitar toda la glándula, que se extiende por muchos sitios y también la piel que recubre, pezones incluidos. Algo de músculo pectoral también. Me hicieron una cicatriz que va desde una axila a otra (salvando el canalillo por un dedillo) y me quitaron toda la masa de ganglios del lado izquierdo. Bien, como mi ganglio centinela derecho salió negativo, conservo el resto de ganglios de mi axila derecha. Todo lo que sea conservar, gusta en una situación como la mía. Lo del tema cicatrices no sé muy bien cómo va. La mía es supergrande porque yo tenía tumores en ambas mamas y había que ser bastante radical para hacer las cosas bien hechas. Sin embargo, sé que hay gente a la que operan igual que a mí, pero la incisión parece menor. Así que, más adelante investigaré sobre esto.
3º. Inician el proceso de reconstrucción. Por eso lo llaman inmediata, porque empieza el mismo día, pero en mi caso no salí con las tetas puestas, sólo con 2 expansores vacíos. Te los ponen bajo el músculo pectoral (que hay que levantar) y estos expansores del diablo los va rellenando el cirujano plástico semanas más tarde poco a poco, para que la piel vaya dando de sí. En la próxima entrada os explico el proceso de reconstrucción con expansores.
4º. Despiertas. Con ganas de bocata de jamón.
La operación es larguilla. Toda la mañana. Lo bueno es que tú te metes en quirófano acojonada y sales diciendo, hala, ya está, se acabó. Ya no hay cáncer. Y sonríes entre lágrimas, tranxillium y analgésicos. Vas a dormir mucho. El dolor se supone que es muy grande, pero te ponen mucho Nolotil, así que no sientes casi dolor. Sales sondada, con drenajes y con un vendaje que te cubre todo el tórax a modo de corsé. Sigues sintiendo tu pecho.
¿Qué es lo peor? ¿No saber qué hay debajo de las vendas? Puede.
Para mí lo peor fue entrar como una persona válida y salir del quirófano totalmente dependiente. Algo que nadie te dice es que los brazos se te quedan sin tono, en estado catatónico. No podía despegar mis brazos del cuerpo. En el hospital te vas dando cuenta y lo llevas mal, pero como te ayudan en todo, pues pasa desapercibido. Lo malo es cuando llegas a casa y no puedes levantarte de la cama porque eres un tronco. No puedes ni levantar las sábanas. Para incorporarte de la cama o sofá requieres de 5 minutos de concienciación. Tú mandas la orden y tu cuerpo responde… al rato. Es un trabajo muy duro. Tremendamente duro, agotador. Para ti y para tu cuidador o cuidadora. Te aviso, entre los drenajes y los brazos (y el dolor, que duele, sobre todo la espalda), hacer pis te lo piensas… mucho. Yo no podía ni subirme las braguinas.
Pero no te asustes, el instinto de independencia te hará ponerte las pilas. Irás moviendo los brazos. Además, te conviene. Harás los ejercicios que te mandan y poco a poco, no, rápido, vas a ver que un poco de movimiento te hace mejorar mucho. Receta: paciencia.
Estoy hablando de drenajes. Eso es bastante coñazo. Yo salí con 3. Son unos tubitos que desembocan en unas bolsitas que se van llenando de sangre y líquidos. Cuando sales del hospital, te los dejan, así que vas todo el rato pendiente de no engancharte y de disimularlos. Bueno, como sólo sales de casa para ir a las curas, tampoco es nada grave. Además, ¿qué te ven? Que la gente se entere de qué va esto.
Para mí, las dos semanas primeras fueron muy malas. Muy deprimida y no salía de casa para nada. Sólo para las curas y poco más. Era totalmente dependiente. Me dolía. Y no era capaz de verme desnuda. Mi primera ducha fue traumática. Pero un día, te levantas y te sientes un poquito mejor. Y otro día, le haces caso a tu marido y sales a dar un paseo por la calle… sí, con tu pañuelo, ya sin cejas, medio agachada porque no puedes estirarte aún, y muy muy cansada… pero al final, vuelves a casa con el pan.
Ya he contado en alguna ocasión que gracias al empujoncito de mi amiga Ana Belén en una de las curas, me miré las cicatrices y ya no tuve miedo. Y eso lo cambió todo. No es que fuera sencillo, no es que no hubiera lágrimas, pero todo empezó a mejorar… y empecé a sentir que iba a mejorar… que ya no había nada más, que ya era cuestión de esperar a que creciera mi pelo, mis cejas, que mi estómago mejorara, que mi pecho volviera a lucir bonito, era cuestión de tiempo y, si has pasado por la quimio, ya sabes que has hecho un máster en paciencia.
Me viene una frase a la cabeza que dice que “todo parece imposible hasta que se hace”… pues es así. Si eres sanote, creerás que tú no eres capaz de soportar cada una de las torturas físicas que he sufrido, pero yo pude porque no tenía más opciones. Crees que eres débil, pero sacarás fuerzas de donde no sabes que las tienes.
Parece fácil, pero no lo es. No es fácil ni escribir sobre esto.
En mi caso, hablar de mastectomía sin hablar de reconstrucción es complicado, pero me gustaría separarlas. La reconstrucción se merece su tiempo y su espacio. Lo que si adelanto es que hay mujeres que deciden no iniciar la reconstrucción a la vez que se someten a la mastectomía. Hay otras que por determinadas causas, como por ejemplo, tener que someterse a radioterapia, se les impide reconstruirse de forma inmediata. Yo lo que creo es que no pasa nada si acá acaba tu historia con el cáncer. Has luchado y has ganado. Otras iniciamos la reconstrucción inmediata porque el médico cree que es lo mejor y que puedes con ello. Si él te lo recomienda, yo le haría caso. Luego, cuando te recuperas emocional y físicamente veo más difícil que quieras volver a pasar por operaciones y más médicos. Por ejemplo, tengo pendiente la reconstrucción del CAP y no veo el día de poder hacerlo porque aunque os parezca mentira, no me resulta importante.
Prefiero poder ir al bautizo de Gonzalo, a la boda de Elvira... y disfrutar de un Londres navideño con mi Anto, mi hermana y Suso.
De cualquier manera, decidas lo que decidas... no importa nada. Sólo importa que has superado la prueba más dura de tu vida, la de luchar contra el cáncer.
Me dejo mil historias pendientes… Recuerdo buenos y malos momentos. Recuerdo los pinchazos de heparina. Recuerdo descubrir para qué sirve el Valium y decir, gracias. Recuerdo ese olor que detesto a Trombocid y gastar un bote para ese pedazo de hematoma tetil. Recuerdo mi primera ducha sin ayuda. Recuerdo descubrir el bienestar del agua sobre mi cabeza ya no tan pelona después de semanas sin poder ducharme y descubrir que me sentía bien, sin tetas.
De cualquier manera, decidas lo que decidas... no importa nada. Sólo importa que has superado la prueba más dura de tu vida, la de luchar contra el cáncer.
Me dejo mil historias pendientes… Recuerdo buenos y malos momentos. Recuerdo los pinchazos de heparina. Recuerdo descubrir para qué sirve el Valium y decir, gracias. Recuerdo ese olor que detesto a Trombocid y gastar un bote para ese pedazo de hematoma tetil. Recuerdo mi primera ducha sin ayuda. Recuerdo descubrir el bienestar del agua sobre mi cabeza ya no tan pelona después de semanas sin poder ducharme y descubrir que me sentía bien, sin tetas.
No hace falta contarlo todo, Ana. La gran mayoría de los que me leéis, afortunadamente, no vais a saber qué es esto de lo que hablo. Y la que desgraciadamente, vaya a pasar por esto, tendrá que ir descubriendo que ante todas las cosas que trae consigo un cáncer de mama, ella puede hacerle frente.
Para acabar por hoy os recuerdo que este fin de semana, el día 19, domingo, se celebra el día mundial contra el cáncer de mama. Yo prefiero llamarlo el día mundial por la lucha contra el cáncer de mama.
De cualquier forma, yo celebraré el día. Os invito a hacer algo especial ese día y os invito a colaborar con la causa. Hay mil asociaciones y hay mil iniciativas. Decidid vosotros la que más os guste, pero colaborad.
Las mujeres os lo agradecemos.
Un besín enorme.
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