domingo, 15 de noviembre de 2015

El amor todo lo cura... París.


No puedo dejar pasar el momento para expresar mi tristeza y mi pena por el fallecimiento de tantas personas en manos del sinsentido que parece que domina ciertas mentes en estos tiempos que corren. Sí, sé que esto que ha ocurrido un viernes noche en París, desgraciadamente, pasa todos los días en otros puntos del planeta, pero la proximidad y el directo hace que se nos  hayan retorcido más las tripas. Somos humanos y hemos sentido el miedo. 

Sin embargo, a pesar de este desasosiego, desde el viernes noche  todos hemos continuado con nuestra vida. Creo, no me equivoco si os digo, que en nuestros corazones luchamos por equilibrar los aspectos más superficiales de nuestra vida que nos hacen realmente felices y este luto triste por las víctimas de los atentados en París. A pesar de lo terrorífico de la situación vivida en la capital francesa, la vida continua para todos. Por muy duro que resulte decirlo. Además, estoy convencida que debe ser así. Hacer lo contrario sería abrir las puertas de nuestra casa al miedo para que se instale.

Si una cosa me ha enseñado el cáncer de mama es que tener miedo es estar muerto en vida. Es el triunfo del mal. 

Otra cosa que me ha enseñado el cáncer es a valorar más que nunca, precisamente, que estás viva. Enferma, pero viva. No sólo tienes la opción de luchar, de tirar para adelante... tienes la posibilidad de tomar decisiones que cambien tu vida, de decidir hacer las cosas de otra manera... de decidir ser feliz. 

Es un pequeño regalo que te hace vivir esta enfermedad: serás consciente de que está en tus manos ser feliz y que tienes la obligación moral de dar lo mejor de tí misma, por todos aquellos que no lo consiguieron. Así que, aunque falles en ocasiones, harás todo lo posible por vivir plenamente cada momento... 

Creo que tras un atentado terrorista, todos deberíamos ser conscientes de que el terror no debe paralizarnos más allá del luto. No podemos permitirlo. Los supervivientes de la masacre lo van a aprender de mala manera... saben que de por vida tendrán la responsabilidad de vivir. Sin embargo, los demás, los que hemos sido meros espectadores deberíamos también recapacitar y pensar que una vez más, la vida nos ha regalado tiempo. Que el tiempo es lo más valioso que tenemos y que el tiempo que nos quede debería ser empleado para mostrar la mejor versión de nosotros mismos y, sobre todo, que nuestras manos son herramientas que pueden cambiar las cosas. 

Creo firmemente que otra vida es posible... sin terror y sin violencia. Igual que creo que el amor es el camino.


Deseo que París siga siendo la ciudad del amor

... y que el amor todo lo cure.

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