Ya estamos de vuelta... He estado unos días en el Valle del Jerte, concretamente en Valdastillas. Un fin de semana rural y entre cerezos en flor. Visitar el Valle del Jerte cargado de flores blancas es de esas experiencias que una persona debe hacer en su vida antes de pasar a la siguiente ronda.
De eso trata hoy el blog, de cosas que hay que hacer en esta vida antes de que se nos acabe la cuerda.
Antes de irnos de viaje, mi marido recibió una cartita del Centro de Transfusiones de Sevilla, solicitándole, como donante de sangre que es, que en estas vacaciones se acordara de donar, que siempre en estas fechas donde hay tanto movimiento de vehículos y tantos accidentes, se necesita sangre... la 0+ está muy cotizada.
Nunca he sido más consciente de la necesidad de donar sangre hasta que no he podido hacerlo.
Los enfermos de cáncer no podemos ser donantes de sangre ni de órganos. Es un poco cruel enterarte porque de nuevo se te ponen los pelos de punta al recordar que esta enfermedad parece siempre dispuesta a joderle la vida a alguien.
Pues eso, que no puedo donar sangre. Porque he tenido cáncer de mama.
Pero mi Anto es donante. 0+. Y dona su sangre desde antes que yo me pusiera enferma porque sabe que hay mucha gente que la va a necesitar en un momento vital, en algunos casos, su sangre ha podido salvar una vida. Fíjate si es importante donar sangre.
Y es sencillo. Y no duele. Y lo puedes hacer cuando mejor te venga. Sin horarios, ni imposiciones, ni citas previas... Vas, te ven que estés en óptimas condiciones y, no sé, 20 minutos o media hora después te invitan a un zumo con galletas o bollos.
Sólo para que te repongas. Sólo para darte las gracias.
Yo siempre pensaba que la sangre se usaba en accidentes graves o en operaciones complicadas en las que se perdía mucha sangre. Mi realidad me ha hecho darme cuenta de que es fundamental en otras muchas situaciones: los enfermos de cáncer en tratamiento necesitamos en muchos casos una transfusión de sangre.
Durante la quimioterapia, hasta en las más llevaderas, lo peor que te puede pasar, y lo digo por experiencia propia, es que tus defensas mueran por el veneno. La quimio no sólo te hace vomitar o tener fatiga. La quimio no sólo te deja calva. La quimio no distingue el bien del mal y va a por todas. Así que, a veces, en la guerra, tus glóbulos blancos pierden la batalla. Y los rojos. Los rojos también caen.
Yo perdí mis defensas y estuve muy delicada durante un tiempo, aunque gracias a la medicina y los fármacos, pude reponerme poco a poco y seguir con la quimioterapia. Nunca estuve anémica, pero sé que otras chicas sufren episodios graves de anemia.
Nunca necesité una transfusión, pero...
¿es que siempre debemos pasar por algo para saber lo que es importante realmente en la vida?
Es en estas situaciones, graves, en las que los enfermos de cáncer necesitamos tu sangre. Me estoy acordando ahora de los enfermos de leucemia. Ellos, más que nadie saben lo valioso de la sangre de un sanote. Tu sangre les puede salvar la vida y les puede, al menos, aliviar los síntomas.
Hoy os estoy hablando de sangre, de donar sangre, pero os invito a donar vida, realmente.
No esperemos a necesitarla para darnos cuenta de que un simple gesto, generoso, puede ayudar a otra persona a que pueda seguir viviendo.
Centro Regional de Transfusión Sanguínea de Sevilla.
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