Lo sé, casi se me va el mes de abril y no estoy muy activa. A veces, no tiene una la inspiración y para que me visite, necesito más tiempo del habitual.
La de hoy, es una entrada algo distinta, pero especial para mí. Y aunque cuando empecéis a leerla creáis que nada tiene que ver con el cáncer de mama, yo os iré explicando lo importante que ha sido para mi recuperación.
Ayer, 17 de Abril, mi canario Gordito nos dejó. Tras unos días difíciles para él, se cansó y nos dijo adiós. He llorado tanto por él como cuando se me ha ido alguien muy querido... pero es que él era un ser muy querido.
La verdad, 2 años atrás jamás pensé que a ese bichín se le podría coger tanto cariño... Uno lo espera de un perro o un gato, con los que interaccionas más y te corresponden también más. Un canario no da mucho juego, pero cuando lo tienes a tu cuidado, ahí reside el cariño.
Durante estos años, lo hemos cuidado, lo hemos alimentado, le hemos hablado, lo hemos montado en coche y hasta se ha venido de vacaciones con nosotros a la playa!!!! Mi canario es el rey de los canarios...!!!!
Como os decía, he llorado por él mucho... Y en los últimos momentos, hemos estado ahí con él, intentando que bebiera al menos un poco que agua. He sentido que le debía algo a ese bichín tan pequeño.
Os explico.
Llegó a mi casa una mañana. Ya me habían diagnosticado cáncer de mama. Al principio, no podía cuidar mucho de él porque con la quimio y la bajada de defensas, no me encargaba de él para evitar cualquier tipo de infección, pero era mi compañero en la soledad de mi casa. Y cantaba como nadie. Para una enferma de cáncer en tratamiento de quimioterapia, charlar es fundamental... Y él, se limitaba a escucharte y a cantar como si nada... Un oyente ideal!!!
El pobre llegó a casa desplumado y muy desmejorado... Estaba tan peloncho como lo estaba yo. Con la muda, dejó de cantar. La verdad, su deterioro fue paralelo al mío... No sé, me sentía algo reflejada en ese bichín.
Su recuperación, no sé, me dio alas a mí. Al poco tiempo de la mastectomía, cantó. Y lucía como nadie. Ese día aún estaba calva, sin pecho y sin poder apenas moverme. Ese día lloré porque supe que yo también me recuperaría.
Siempre digo que fue mi marido el que me motivó para que me esforzara a salir a la calle y dar mis paseos semanas más tarde de la mastectomía. No podía casi moverme, y el encierro en casa le hacía mucho daño a mi estado de ánimo. Pero si tengo que ser sincera, tener que cuidar del canario fue lo que más me motivó... Me sentía totalmente dependiente, que siempre digo es lo peor de este viaje que he vivido, pero tener a alguien que depende de tí hace que te pongas las pilas.
Yo no tengo hijos, pero creo que entiendo a las mujeres que tienen cáncer de mama y son madres... Por sus hijos deben de hacer unos esfuerzos tremendos por estar ahí presentes, por cuidarlos, por atenderlos, por abrazarlos... aunque fallen las fuerzas.
No me he vuelto loca del todo, y un canario es un canario... Ya vendrá otro (aunque nunca como mi pollo), pero fue por él por el que aunque no tuviera fuerzas ninguna me levantaba de la cama. Él estaba esperando a que le cambiara el agua, le pusiera alpiste nuevo y lo sacara a la ventana... Hala, a cantar!!! Por él, ejercitaba mis brazos. No podía separarlos de mi tronco. El gesto de sacarlo a la ventana me resultaba imposible. Hasta que lo hice. No quería ayuda. Yo lo tenía que hacer. Y así, muchas cosas más que se quedan en mis recuerdos.
Lo que quiero transmitir hoy es que tenerlo en casa me dio muchas alas... porque tuve a alguien de quien preocuparme y alguien a quien cuidar, que dependiera de mí. Me hacía no pensar tanto en mí. Y sentirme útil. Y no un estorbo.
Creo que eso es fundamental, no sólo para esta enfermedad, sino para la vida en general. El ombliguismo y el victimismo son los peores males de esta sociedad. Deberíamos aprender a saber que por muy mal que estemos, no podemos ponernos nosotros mismos barreras del tipo "Estoy fatal, no puedo moverme, no tengo fuerzas, me duele, ....". Sé lo que es estar fatal, sé lo que es no poder moverme, sé lo que es no tener fuerzas y, desgraciadamente, sé lo que es el dolor... pero si he superado esto es porque me han ayudado a no estar tan pendiente de mí y yo he aprendido a no estarlo. Incluso ahora, cuando la vuelta a la normalidad provoca que una retome viejos hábitos, soy capaz de darme cuenta y actuar a tiempo.
Yo tuve un canario que me ayudó a aprender esta lección... Que no hay nada como ser generoso y entregarnos a tope. Sin barreras, ni limitaciones. Y que el amor y el cariño se esconden en todos los rincones...incluso en los de una jaulita.
Adiós Gordito. Te quisimos mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario