Este mes de Diciembre estoy tan desorganizada que no saco tiempo para lo importante... Sin embargo, no quiero despedir el año sin dedicaros un ratillo a todos vosotros y especialmente, a todas vosotras.
Hace un momento hablaba con Noelia y recordaba que era mi tercera Navidad limpita, con 2 tetas menos, pero con 2 tetas nuevas de más... recordaba que lo importante sigue siendo eso, que sigue pasando el tiempo y sigo pasándolo en familia y feliz. Y vivita y coleando.
Si hoy he sacado tiempo es para dos cosas.
La primera y más importante, para dar las gracias a mis oncoamigas, por estar ahí siempre para mí.
MIL GRACIAS
Cuando pasa el tiempo las enfermas de cáncer vamos cayendo en la deseada, pero, a la vez, tan cruel normalidad.
Nuestra vida no es normal, ya nunca lo será y estamos en una continua lucha buscando el equilibrio entre lo que fuimos y lo que somos ahora...
La vida de los demás, incluso los más cercanos, continua y nosotras estamos tan bien "como si no hubiera pasado nada" que ya nadie nos echa cuentas, cuando es ahora cuando más cuesta arriba andamos. Y quien nos echa cuentas a veces no es capaz de entendernos. Afortunadamente porque no sabe lo que es esto del cáncer.
Yo os digo que cuesta tela continuar. Cuesta aceptar que los cambios son definitivos. Cuesta empezar cosas nuevas porque sigues con miedo a que no las puedas acabar. Cuesta darte cuenta de que a veces no puedes hacer las mismas cosas que antes. Cuesta que te entiendan cuando ya el cáncer pasó. Cuesta que el miedo nos persiga.
Yo me siento así, pero tengo a mis oncoamigas. A mi Miriam, que con sus bonitas palabras me acompañó en una tarde algo complicada. Cómo se puede estar tan lejos y a la vez tan cerca? A Noelia, que está ahí también siempre...Bueno, a todas. Que empiezas a nombrar y no acabo y siempre se me olvida alguien.
Ahora más que nunca sois lo que más necesito y el apoyo que me sostiene en días complicados.
Hoy este ratito que saco es para desearos que el año nuevo que empieza esta noche nos mantenga juntas y sea muy generoso con todas nosotras, porque lo necesitamos, porque nos lo merecemos.
La segunda cosa que quería deciros es para todos:
Qué el 2016 sea el año redondito para todos y que os mantenga felices y en familia!
Qué el 2016 esté lleno de tostadas que caen boca arriba!!!!
Imagino que estaremos casi todos pendientes de la Lotería Nacional... de esas bolitas que caen al azar en manos inocentes y que determinan que cambie la vida de algunas personas.
A mí me tocó la lotería una vez... el 16 de Mayo del 2013. Sí, no fue en Navidad, pero sí que fue un GORDO, en este caso, problema.
Somos muchas mujeres a las que nos ha tocado este Gordo Cangrejero. Y lo peor es que nos sale tela de caro el premio.
Si algo bueno tiene que te toque esta suerte es que trae consigo muchos 2º premios: mis oncoamigas.
Virginia Cosio es una de ellas.
A Virginia ya no sé ni como la conocí... es amiga de una amiga de mi hermana de Lanzarote. O es compañera. O es hermana.
Lo que sí sé es que es una luchadora como ninguna. Sé que tiene una familia preciosa que ahí ha estado a su lado. Sé que su suerte ya está cambiando... y sé que sigue sonriendo.
Pero su historia no es fácil. Nunca lo es. Y ha decidido regalarnos su relato.
"Una nunca piensa que le va a pasar algo así, en mi caso por lo menos. No fumo, ni bebo, hago deporte, no tengo antecedentes familiares e incluso cuido mi alimentación, estaba con la lactancia de mi hija de un año (tras otra de 18 meses) y se trataba de la cuarta revisión de mi supuesto fibroadenoma…
Me habían dado cita con cirugía demasiado rápido y eso me mosqueo, así que llegue al trabajo, cogí el cambio y antes de tomarme el café con mis compis decidí abrir mi historia clínica.
Allí estaban los resultados de la biopsia… y de repente un tren de mercancías me arrolla. Por mi cabeza pasó de todo, pero especialmente mis hijos (estaba convencida de que no les iba a ver crecer y que no me recordarían).
Así que tras un poco de terapia con mis queridos compañeros hice acopio de la poca fuerza que me quedaba y me fui casa a explicarle a mi marido que todos los planes que teníamos se aplazarían indefinidamente porque un bicho cabrón acababa de decidir que nosotros no podíamos ser felices.
Y así me pase dos semanas haciendo pruebas como una loca y pensando barbaridades, poniendo mi mejor cara a todo el mundo cuando lo único que quería hacer era dormirme y despertar cuando todo hubiera pasado.
Hasta que por fin llegó el esperado resultado del estudio de extensión dándome la primera buena noticia…. y con ella se fue el miedo.
Las siguientes semanas las recuerdo como una montaña rusa emocional en la que pasaba de la euforia al agotamiento, pasando por la ira sin ningún tipo de patrón.
Me ayudó el yoga, me ayudo mi familia (aquí incluyo a mis amigos que se volcaron conmigo de una manera extraordinaria), pero sobre todo me ayudo el convencimiento de que esta era una batalla ganada.
Ya he acabado con el tratamiento y poco a poco voy recuperándome, pero si algo he sacado en claro de toda esta experiencia es que hay que liberarse del miedo para poder avanzar.
Animo a todas que SÍ QUE SE PUEDE"
Uff...
Cuando leí sus palabras me emocioné porque aunque su vida y su experiencia es bien distinta a la mía, me sentí muy identificada y sé que muchas oncoamigas que van a leerlo también. Todas pasamos por ese miedo, pero todas luchamos porque no nos gobierne. Todas sentimos que nuestra vida se para con toda la crueldad del mundo... pero luego, acabas por pensar que no pasa nada, que todo seguirá funcionando después porque cada día que pasa aprendes que vas a ganar la batalla... y tu miedo desaparece.
Querida Virginia. No sé si andas aún en Oviedo o no... Donde estés, sigue sonriendo.
Muchas gracias por formar parte de La Tostada Boca Arriba.
Me vais a tener que disculpar... En estos días ando preparando papeles. Los que habéis estado dedicados a la investigación seguro que sabéis bien a que me refiero cuando digo papeleos.........
"la muerte a pellizcos"
Vamos, que rellenar una Instancia-Curriculum en ocasiones es una tarea imposible...
Así que espero que me disculpéis si no puedo escribir esta semana.
Tengo pendiente la entrada del libro de Albert Espinosa, "El mundo amarillo". Es un libro que cambió mi onco-vivencia y no puedo tener un blog sobre cáncer de mama y no dedicarle una entrada, de las que preparo con bastante tiempo de lo especiales que son para mí. Sin embargo, no está aún acabada a mi gusto, y estos días no podré dedicarle el tiempo que se merece, así que creo que ya tocará en Navidad.
Estas Fiestas os invitaré a leer este libro o a que lo regaléis porque no sólo los enfermos de cáncer lo sabemos valorar, sino que creo que todos podemos sacar de él verdaderas lecciones de vida.
Sin embargo, no quiero dejar pasar tiempo sin acordarme de los que casi nadie se acuerda, ni a base de terror.
Como he dicho en varias ocasiones, el terror, el miedo... nos afecta a todos cuando nos toca de cerca. Quiero decir con esto que nadie se asusta de un cáncer de mama hasta que no se entera de que alguien cercano tiene uno, hasta que alguien cercano entra en su vida con un pañuelo en la cabeza y le recuerda que... ¡podrías ser tú!
Con los atentados terroristas en París pasa algo similar. Me sentí realmente afectada como la mayoría porque, creedme, me vi en una terraza de París disfrutando de una cena estupenda.... y sentí miedo. ¿Podría haber sido yo? Bueno, no sólo me vi... De hecho, en muchas fotos que publicáis en las redes sociales os he visto realmente en terrazas parisinas.... Y no pude dejar de pensar que ¿y si hubiera sido alguien cercano?
Esa misma sensación se me ha generado con los Policías Nacionales fallecidos en Kabul por un atentado terrorista. No os miento, cuando supe la noticia... no sé, una da por hecho que esas cosas pasan en esas latitudes y no se sorprende, pero no significa que no se me encoja el corazón, especialmente cuando el Cuerpo Nacional de Policía me es cercano. ¿Y si hubieran sido mis conocidos?
Sé que es un trabajo de entrega y mucho compromiso. Y no... no va en el sueldo ni en la profesión. Son personas que hacían su trabajo y lo mejor para sus familias.
Se podría pensar que Afganistán es un país peligroso, que de hecho, lo es, y por eso pasan esas cosas, pero... ¿Dónde no llega el terror?
A pesar de que no le veo solución, sigo creyendo firmemente que otra vida es posible...sin terror y sin violencia.
Y que el amor nos marcará el camino.
Sigo creyendo que el amor todo lo cura... curará el dolor de la pérdida y curará el miedo.
He regresado después de un largo puente. Este año no hemos hecho nada especial como ir a Londres, pero hemos hecho lo que se supone que debe hacerse un puente... disfrutar del tiempo libre.
El viernes compramos muebles nuevos, sí, sí... suecos hasta la médula. Nos, o mejor dicho, me hacía falta una estantería nueva para colocar todos mis bártulos. Pues bien, hoy he acabado de ordenar mi parte, que es casi todo, y entre las cajas ha aparecido un cuaderno:
Se me ha caído el alma a los pies.
¿Por qué?
Cuando me diagnosticaron cáncer de mama y como siempre me ha gustado escribir, inicié una especie de diario. Este cuaderno incluye notas, pensamientos, recetas, listas de deseos...
He releído parte de lo que escribí y sólo he visto una chica muerta de miedo y de angustia.
¡Qué perdida estuve!
Me ha traído a la mente y al corazón recuerdos sobre una época que he olvidado. ¡Otra cosa más que he olvidado!
En el cuaderno dejé de escribir a diario después de salir del hospital cuando tuve neutropenia febril. Supongo que la falta de energía tuvo algo que ver. Después de esa fecha, escribía de forma esporádica y, sorprendentemente, mi último escrito tiene fecha de 12 de Octubre de 2013, cuando ya sabía que me iban a realizar una mastectomía bilateral.
Después, nada.
A mí me sorprende que esa chica del cuaderno, tan chica y tan asustada, sea yo. Lo digo sobre todo porque había olvidado esa angustia. Me gustaría no reconocerme en esas letras. Sin embargo, esa parte de mi vida ha existido. Me encantaría poder borrarla porque si os digo la verdad...
¡qué pérdida de tiempo!
Bueno, ahora que han pasado años desde aquello puedo decir qué perdida de tiempo, pero también entiendo que debe ser una fase por la que todas debemos pasar al recibir un diagnóstico de cáncer. Todas tenemos derecho a estar tristes, decaídas, a sentir miedo, a compadecernos de nosotras mismas, a maldecir nuestra suerte, a llorar, a odiar, a patalear,...
Hoy en día, las mujeres parece que debemos ser fuertes en todos los aspectos de nuestra vida, sobre todo, ante la adversidad de una enfermedad como es el cáncer. ¿Y si no eres fuerte? ¿Y si no eres valiente? Pues no pasa nada. Vas a curarte igualmente.
Yo, que hablo con conocimiento de causa, te digo que nunca te sientas culpable por como te sientas. Si estas tristes y los de tu alrededor se agobian por verte mal... pues que miren para otro sitio. Sin embargo, si crees que hacer el esfuerzo para no venirte abajo delante de los demás te servirá para, realmente, no venirte abajo... te invito a que hagas el intento.
De verdad, es una pérdida de tiempo estar triste y culpar a la humanidad de tu enfermedad. Te puedes permitir ese lujo, pero ¿te merece la pena cuando no puedes cambiar nada?
Yo doy gracias por haber desarrollado el instinto de superación personal, por creer que sí podía salir adelante sin que cambiara el tamaño de mi corazón o se me endureciera.
Además, si yo he podido, todas podemos. Las que lo estáis pasando... no lo dudéis. Tomaros el tiempo suficiente para llorar, no tenéis que ser superhéroes, pero no dejéis pasar nunca, nunca, una oportunidad para disfrutar de la vida por estar lamentándoos de vuestra mala suerte.
Después de varios años, y haber olvidado mucha angustia, he recordado que tuve miedo... para recordar luego que fui valiente.
Si estáis metidas en esta enfermedad en estos momentos... recordad que el tiempo es es mejor regalo. Vais a tener tiempo, todo el del mundo...
Y, lo mejor, es que los malos recuerdos que vais a olvidar, los vais a sustituir por otros, mucho mejores.
Yo sigo creando buenos recuerdos:
Este año, aunque ya parece una costumbre, me fui a Jerez a las Zambombas, con esos compañeros que me recuerdan que hay que disfrutar de cada momento...y si hay que dar 3 vueltas a una rotonda, se dan.
¡Cómo estaré de liada que llega el viernes y siento como que cerrara la oficina! Pero antes de cerrar quiero estar un ratito con vosotros.
Ayer estuvimos de médicos y, últimamente, ¡¡¡¡ya no son siempre para mí!!!!
¡¡¡YUPI!!!
Como os decía, ayer estuvimos de médicos y me tocó mi revisión-retoque de la micropigmentación.
¿Sabéis qué es lo mejor de un cirujano plástico? Su perfeccionismo.
Ya he ido a dos plásticos y de los dos me llevo la misma opinión: son tiquismiquis a más no poder. Además, tengo que decir que creo que en el caso de una mastectomía, se lo toman como algo personal, como si fueran a "crear" una obra de arte. Así que no te abandonan hasta que no estén satisfechos del todo. Eso quiere decir, 4-5 sesiones después de que tu experimentes el clímax pezoncil.
Pues eso, que ayer me dieron unos 15 minutillos de retoque pezoncil. Como os digo, para mí estaba bien desde la primera sesión hace ya más de 3 meses. Las que no tenemos pezones por lo visto nos conformamos con cualquier cosilla que nos pongan. Sin embargo, la doctora y su perfeccionismo me están llevando a pensar que tras la sesión 3 y unos dolorosísimos 15 minutos, el grado de similitud con la realidad que voy a alcanzar es muy muy muy elevado.
Me sigo sorprendiendo a día de hoy de los avances en la cirugía plástica. Es alucinante, pero, principalmente, es de agradecer. ¡Qué suerte pasar por esto en el año 2013-2015! Aunque también pienso en la buena genética heredada de forma que mis cicatrices casi brillan por su ausencia. Casi, ¿eh?
A pesar de que cada día se me hace más pesado ir a que me hagan retoques estéticos en mi pecho por el elevado grado de satisfacción que he alcanzado con mis nuevas tetas, debo insistir en que ese grado de satisfacción lo he alcanzado renunciando a la idea de tener unas tetas normales.
¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que hace mucho tiempo que acepté que lo que iban a ponerme ni de lejos serían unas tetas normales, blanditas y naturales.
Una vez que te haces a la idea de esto... todo lo que te "dan", si va sin complicaciones como infecciones, problemas de cicatrización, etc, te gusta. Te gustará amiga.
Eso sí, el ejercicio de paciencia no se acaba nunca.
Como os decía al principio, yo ya me conformaba con mis pezones rojos rojos rojos, pero claro, llega la siguiente sesión y ya te aplican otro pigmento y te hacen no sé qué de los tubérculos o trabéculas que no sé yo muy bien qué es exactamente y, de repente, te miras al espejo y dices, ¡¡¡¡hostias!!!!
Así que, de nuevo, te recuerdan tus santas tetas que debes tener paciencia. Mucha. Lo que ves el primer día no es lo mismo que verás 2 años después. Todo necesita su tiempo. Pero la espera merece la pena... y hasta el dolor.
Nota: ayer me dolió tela, ¿se nota, no?
Antes de irme con mis areolas a otra parte, os quiero desear un feliz fin de semana. Tan largo como un puente.
¡Qué sensación de que el tiempo vuela! ¿Verdad? Hace tiempo escribí que eso para una paciente de cáncer de mama es un regalo... ¡qué el tiempo vuele! Sin embargo, a día de hoy, ya no sé si me gusta tanto la idea porque empieza a hacerme olvidar muchas cosas que he vivido, situaciones que han hecho que hoy mi vida sea como es y también, esa ligereza hace que siga sintiendo que no he cogido el ritmo de esta vida loca que llevamos.
En serio, el tiempo pasa volando, pero yo aún no le cojo el ritmo. Aún.
Como sabéis ando desempleada y el tiempo en casa va al ritmo que puedo tolerar. Tengo tiempo para muchas cosas, que no las haga ya es problema de organización o vagancia, pero las hago al ritmo que deseo. Al ritmo que me va bien. Sin estrés, sin prisas... de una en una. Respirando.
Acá necesitaría ayuda de mis oncoamigas.
¿No os pasa que la vida no la véis igual? ¿No os pasa que no queréis ver la vida igual que antes?
¿No os han cambiado las prioridades y la forma de afrontar distintas situaciones o acontecimientos de la vida?
La Navidad siempre me ha gustado. Siempre hay algún recuerdo triste, pero la ilusión creada por el frío, las luces, las comidas copiosas y los dulces, hacen que una olvide lo malo... casi siempre.
Ayer, hablando de cómo olvidamos el dolor, recordé la Nochebuena del 2013. Fue mi última sesión de relleno de los expansores. Creo recordar que llegamos a los 420 cc.
Siempre os he dicho que lo que es rellenar no duele, como mucho como un pellizquito. A mí me dolía más el izquierdo que el derecho. Sin embargo, no me gusta engañar a nadie en esta nube de algodón del optimismo y el día que me rellenaban las pasaba putas.
Me preguntaron una vez qué es lo que más dolía físicamente. No lo incluí nunca en los post de Dudando porque no quería asustar a ninguna mujer que lo esté pasando o lo vaya a pasar, sobre todo, porque cada mujer somos un mundo y lo que a mí me pasaba es muy probable que a tí no te pase.
Pero, hoy siento la necesidad de hablaros del dolor, del que he olvidado, pero también del que aún me hace llorar temblando al recordarlo.
Como os decía, el dolor de cada relleno de los expansores no era un dolor agudo. Más bien era un dolor profundo, insistente, que mordía en ocasiones. Recuerdo el dolor que sentí la mañana siguiente de mi primer relleno, dolor que me rasgaba el pecho. Y recuerdo la última sesión. Esa mañana del 24 de Diciembre, en la que la clínica estaba casi reservada para mí y se notaba el ambiente festivo en la consulta de mi cirujano plástico.
Ese día pude disfrutar de una noche en familia. Reí, bebí, comí, pero necesitaba analgésicos y recuerdo irme a la cama antes de lo que me hubiera gustado.
Si me dices que si me duele más que la mastectomía, te diría que sí, pero la mastectomía la pasé con nolotiles y tranxiliums, así que no creo que pueda comparar.
Fijaros como se olvida el dolor que recuerdo estar recién operada y querer ponerme mi pijama. Estar desnuda en una habitación de hospital no ayuda a que te sientas segura y tranquila. Recuerdo que me ayudaron a sentarme y recuerdo no poder mover mis brazos para levantarlos del dolor tan fuerte que sentía, a pesar de los nolotiles, tranxiliums y medio anestesiada. Recuerdo llorar en brazos de mi madre y mi marido diciendo ¡qué me han hecho!
Ese es el dolor que recuerdo, sentirme una inválida cuando yo lo que creía que tenía era cáncer. No me preocupaba mi pecho liso, ni mis cicatrices, me preocupaba y me dolía no ser a misma que antes, valerme por mí misma. No recuerdo lo que fue el dolor. No podría decirte si más que un dolor de muelas o más que un corte con un cuchillo.
Sí te puedo decir que el dolor del relleno no era ni de lejos como ese dolor de estar abriéndome el pecho al subir los brazos, pero uno lo olvidé y el otro sigue conmigo. No quiere abandonarme.
Lo mismo sigue ahí para que el paso rápido del tiempo no me haga olvidar que una vez fui valiente...
Hoy saco un ratito en esta mañana tan estupenda de sábado para gritar a los 4 vientos:
Sí, hoy es el cumpleaños del amor de mi vida, de mi compañero de fatigas, de mi oncocompañero... de mi Anto.
Los hombres no lo sabéis, pero cuando vuestras mujeres caen enfermas de cáncer de mama están aterradas, no sólo por morir, por perder el pecho, los pechos... sino que también están aterradas porque se levante un muro entre los dos.
Hoy conozco nuevas historias de cáncer de mama, de mastectomías, pero hoy también sé que hay hombres detrás que están ahí, asustados, pero felices de tenernos al lado, con pecho o sin él, que se sienten orgullosos de nosotras por ser unas valientes, cuando ellos estarían acojonaditos, que nos dan la mano en este camino tan largo que es el cáncer...
Oncocompañeros... gracias por estar ahí, por ser nuestro soporte, por respirar por nosotras, por mirarnos como aquella primera vez,...
A mi Anto qué decirle que él no sepa ya... Espero que la vida nos regale muchos cumpleaños juntos!!!
¡¡¡Qué es el amor de mi vida y mi mejor compañero!!!
Hoy tenía previsto escribir de otra cosa, pero como mi onco-actualidad es la que mueve los hilos en este blog he decidido contaros una experiencia vivida este fin de semana.
Como el título de la entrada sugiere, voy a hablar de comprar sujetadores tras, no sólo de un cáncer de mama, sino de una reconstrucción de mamas, de dos mamas, con sendos pezones y sus areolas tatuadas.
Hace casi un año publiqué una entrada titulada Sujetadores. Os dejo acá el enlace del post por si queréis volver a leerlo.
Es una de las entradas que más se consulta y una de la que más ayuda ha prestado. Así que espero que esta entrada de hoy tenga tanto éxito o más, porque la de hoy es aún más optimista que la anterior.
Hace un año yo no había acabado mi reconstrucción, de forma que en el momento que escribí ese post, no tenía aún ni pezones ni areolas. Recuerdo haber ido a comprar algunos sujetadores y probarme sólo las primeras veces, para saber la talla que mejor se adaptaba a mis nuevas tetas.
Verme en el espejo de mi casa nunca ha sido un problema, ni plana, ni amoratada, ni con los expansores creciendo semana tras semana, ni con los pezones nuevos con sus puntos, ni sin ellos y, desde luego, nunca ha sido un problema verme ahora con todo el trabajo acabado, faltando algunos detalles técnicos.
Sin embargo, no os voy a engañar, verse en un espejo de una tienda de lencería ya no es lo mismo.
Como os digo, recuerdo probarme los sujetadores las primeras veces que fui a comprarlos tras la colocación de las prótesis definitivas. Me veía en esos espejos sin pezones y me sentía un poco un bicho raro y me daba algo de tristeza. Así que, una vez que conocí qué sujetadores me iban mejor (como os cuento en el post Sujetadores) y qué talla gasto post-mastectomía, no me probé nunca más y me los compraba tal cual. Ya en casa, a salvo de cortinas que no se cierran bien nunca, me los probaba y mejoraba el ánimo al verme estupenda con la compra realizada.
Bueno, pues este fin de semana, concretamente el viernes, acabé en Oysho. Yo sé que parece que le hago publicidad a la tienda, pero en serio, es donde mejor encuentro sujetadores. Vi uno de esos del estilo de los que anuncia la Pataky de la marca Woman' Secret (en esta tienda tengo que ver los distintos modelos para informaros qué tal van), al fin y al cabo, lencería fina como dirían las antiguas.
El modelo que me gustó es este:
Sexy eh?
Bueno, pues como conseguir los abdominales de la chica de la foto es más complicado o al menos, es más costoso, decidí que estaba más a mi alcance quedarme con ese sujetador. Sin embargo, al tenerlo en mis manos, me parecía grande en mi talla habitual. Así que sin pensármelo mucho, al probador que fui.
Y allí estaba yo, desnuda de cintura por arriba probándome un sujetador, con mis areolas. La imagen en el espejo me sorprendió. Y ya no me preocupé tanto de la cortina, si cerraba bien o no.
Tengo que deciros, si no lo sabéis, que la única persona que ha visto mi pecho nuevo desnudo es mi marido. Bueno, miento. Existen un millón de médicos y enfermer@s por los que he pasado a los que sin pudor se lo he enseñado. Pero a nadie más. Ni madre, ni hermana, ni amigas...
Sé que hay gente que sí, que lo ve normal. Yo no he querido no por mí, sino porque sé que las sanotas se impresionan más. Quizá esperan algo horrible y al encontrar belleza... no sé. Se sufre. Eso sí, ahora no me importa tanto si casualmente se me ve o si tengo que probarme delante de alguien.
La imagen que ví en ese espejo y la que se ve en distintas fotografías de mastectomías reflejan "normalidad". Vuelvo a esta palabra, pero vuelvo a recuperar las comillas.
Para haceros reflexionar sobre la "normalidad" de una mujer mastectomizada quiero usar esta foto que me ha parecido preciosa:
Esta foto corresponde a otra opción que tenemos las mujeres tras la mastectomía. Ocultar nuestras cicatrices con un tatuaje artístico (con reconstrucción o no).
Yo misma veo esta foto y no pienso que esta mastectomizada.
La reconstrucción te devuelve una imagen femenina que en parte has perdido por la amputación, pero te deja muchas secuelas.
Yo, que soy bastante afortunada con el tema de la reconstrucción, carezco de sensibilidad mamaria o presento sensibilidad alterada. Esto no se sabe lo jodido que es hasta que te pasa. No es que no sienta nada de nada, pero no noto el roce de la ropa y mucho menos de una mano. Noto la presión, eso sí. Otra de las peores cosas asociadas a la falta de sensibilidad o a su alteración es tener continuos pinchazos o picores en la zona, pero resulta imposible detectar dónde exactamente. Otra de las secuelas que peor llevo es la continua sensación de tensión mamaria. A veces, voy mejor, pero la mayor parte del tiempo la siento opresiva. No sé si mejorara con el tiempo. Para que me entendáis es como llevar un sujetador dos tallas más pequeño.
Sin embargo, a los ojos de una sanota, esto no se aprecia al ver una mama reconstruida.
Las sanotas cuando ven las maravillas de la cirugía reconstructiva respiran alividas. Se puede seguir siendo bellas. Po toma, claro.
Lo que no sabéis es que esas tetas son entes extraños, que molestan, que duelen, que no se mueven ni tienen caída que las dote de humanidad.
Sin embargo, el viernes delante de ese espejo con ese sujetador puesto hizo que no me importara tanto ni las molestias, ni la falta de caída, ni que las areolas aún no están del todo acabadas...
Un simple sujetador ha obrado maravillas...
Cuando caí enferma, me recomendaron que me cuidara estéticamente más, que no me dejara llevar por el desanimo y me arreglara, me pintara, etc. Yo lo hice, a mi estilo, que no soy yo de arreglarme mucho, pero a día de hoy sigo diciendo que lo que más me ayudó a aceptar mi pecho y mi nueva circunstancia fue un simple sujetador.
Un simple sujetador y una mirada sincera en un espejo...
Los viernes no son lo mismo desde que estoy parada, pero de cualquier forma me siguen gustando.
Cuando uno trabaja está deseando que lleguen los viernes casi desde el lunes, dependiendo de cuánto te entusiasme tu trabajo. Yo he pasado por todos los estados laborales: me daba igual el día que fuera, estaba loca porque llegara el viernes y el domingo ya estaba temiéndole al lunes y, finalmente, deseando que fuera viernes desde el miércoles (que creo que refleja cierta satisfacción laboral).
Sin embargo, cuando uno está desempleado, el no tener un régimen de horarios fijos hace que no sepas en qué día de la semana vives. Yo me entero porque mi marido trabaja y sé que los viernes es el día de preguntarme ¿me puedo quedar en la cama un ratito más?
Yo intento tener mi rutina:
ESTUDIO: estoy estudiando, lo cual me mantiene joven y despierta. Bueno, no me mantiene joven, pero me recuerda otros tiempos de juventud en los que la vida pasaba fácil delante de mi cara.
LABORES DEL HOGAR: no he sido nunca muy desordenada, pero incluyo de forma rutinaria labores del hogar para, primero, que mi casa esté más que presentable y, segundo, para marcar unos hábitos.
BÚSQUEDA DE EMPLEO: os evito este tema porque no quiero deprimir a nadie.
MENÚ DEL DÍA: no incluyo esto en puntos anteriores porque para mí es una actividad independiente. Estoy estudiando Dietética y planificar menús me sirve para poner en práctica lo que voy aprendiendo poco a poco. Como sabréis los lectores habituales, Antolín está preparándose la maratón de Sevilla en Febrero y necesita una dieta un poco distinta. Así que, me gusta planificar los menús de la semana. En esta casa intentamos comer cada día más sano. A mí me cuesta más porque soy más tiquismiquis para comer, pero aprender la importancia de una dieta variada y que se ajuste a las necesidades de cada uno es muy muy muy importante para la salud. Estoy intentando aprender mucho y rápido porque me encantaría dedicarle un tiempo a la nutrición en el blog, pero hasta que no tenga más formación no quiero "instruir" en nada relacionado con la nutrición y la salud.
OTRAS COSAS: acá incluyo el millón de cosas más que se pueden hacer en el día y que realmente hago por que YO LO VALGO. Bueno, lo hago porque me gustan, porque me dan paz interior, porque me hacen sentir válida,... Esta sección es la que quiero desarrollar un poco porque tiene mucho que ver con haber pasado por un cáncer de mama. Todas ellas son actividades que he potenciado tras pasar por el tratamiento porque durante toda mi convalecencia NO PUDE REALIZARLAS.
De todo lo que me da tiempo a hacer que antes no podía y ahora SÍ QUE PUEDO, me gustaría destacar:
LEER: parece una tontería, pero cuando enfermé me dije, voy a aprovechar este tiempo para leer todos esos libros que tengo pendientes o que siempre quise leer y que por vaga dejé colgados. INGENUA. Recuerdo presentarme en mi primera sesión de quimio con mi libro "La catedral del mar", comprado en un viaje muy especial a Barcelona con mi hermana. Me leí no sé, 10 páginas. La quimio me daba sueño, pero el resto del tiempo, ya en casa, no podía concentrarme en nada. Era imposible pasar de línea en un párrafo. Así que, a día de hoy, cuando me doy cuenta que vuelvo a poder leer y disfrutar de la lectura, NO QUIERO dejar de leer y no volveré a ser perezosa para coger un libro y vivir mil y una historias. Mi marido se ríe de mí, pero voy con mi Kindle a todos lados. ¡¡¡Jajajaja!!! ¡¡¡¡Me estoy dando cuenta de que aún no lo he leído!!!!!
YOGA: no hago el pino puente y sí, a veces me da pereza, pero ya sean 10 minutos o sea 1 hora, el yoga me ha salvado en muchas ocasiones. Tras la mastectomía, sentía fuertes dolores en la espalda y mis hombros y brazos parecían de trapo. Mi compañera y amiga María del Mar dio un paso en su vida y se ha convertido en profesora de yoga en la actualidad, lo cual le aplaudo. Es fundadora de ayas2yoga. Os dejo el enlace de su web para que conozcáis su trabajo, muy encaminado a las mujeres. Le deseo toda la suerte del mundo, porque se lo merece y porque lo vale.
"ME HE DADO CUENTA QUE LAS ALMAS NO ESTÁN SOLAS.
LO QUE HACE A UN ALMA SER UN ALMA ES COMPARTIR
PREOCUPACIONES, DUDAS Y ALEGRÍAS.
ES LA CONEXIÓN CONTINUA ENTRE NOSOTROS"
(Christina Meldrum)
De su mano me inicié en el yoga cuando aún casi no podía moverme o más bien, me daba miedo hacerlo. Poco a poco noté los beneficios físicos y con clases más habituales fui encontrando más equilibrio en mí, física y mentalmente. Siempre que hago mi práctica me acuerdo de ella y espero recuperar sus clases pronto. Mientras, le doy las gracias porque me ha permitido encontrar la voluntad para dedicarle tiempo al yoga en casa, en definitiva, de dedicarme tiempo.
MANUALIDADES: la convalecencia es muy mala. La mayor parte del tiempo te sientes sin muchas ganas de nada, ni fuerzas, así que intentas estar distraída con algo. A mí, de siempre, me han gustado las manualidades, pero el ritmo de la vida pre-cáncer me hacía estar ocupada en otras cosas. Durante mi baja laboral, lo intenté, mil veces, pero me tuve que limitar a ensartar cuentas para hacer miles de pulseras. Era una forma de sentirme creativa, útil. No sé, imagino que me servía para estar distraída de mi realidad en esos momentos. A fecha de hoy, lo que antes me resultaba imposible ahora es esto:
Smiles &Tangles
Un día me hago yo una entrada de autopromoción con todas mis creaciones.... ¡¡¡jejeje!!! No lo descarto.
Bueno, pues todo este compendio de actividades, viene a deciros que he estado en casa por una baja laboral por cáncer de mama y ahora estoy en casa por cese de mi actividad laboral... y que por muchas ganas que tengo de volver a tener actividad profesional, me siento muy muy muy muy muy.... afortunada, porque esta soy yo. Puedo hacer todo lo que quiera. En mis manos está. Ya no hay tratamientos de quimio, ya no hay operaciones, ya queda menos para mi último Zoladex, ya queda menos para acabar la reconstrucción definitivamente,...
Si estás en tratamiento... imagina la de cosas que te esperan y te harán tremendamente feliz, pero de cualquier forma, no dejes de intentarlo desde ya. La satisfacción cuando lo logres será sobrenatural...
Noelia ha llegado a mi vida para darle algo de sentido...
Llegó hace meses y a fecha de hoy, me encantan esos "guasaps" con ella porque seguramente cree que la ayudo, pero me está ayudando ella más a mí.
Noelia ha pasado por quimio, por una mastectomía y le toca esperar para ser radiada...pero eso mejor os lo cuenta ella.
Os dejo con su historia contada en primera persona:
"Me llamo Noelia y tengo 34 años, madre de un niño de 5 y una niña de 3, y cuando estábamos planteando ir a por el tercero (cosa que no descarto dentro de 5 años), me diagnostican un cáncer de mama el pasado mes de febrero, así que aún ando inmersa en el tratamiento. Primero quimio, después mastectomía y pendiente de la radioterapia.
Todo empezó en el verano de 2014 cuando me palpé un bultito, que en principio, y según 4 médicos, era un fibroadenoma, y que cuando fui a la revisión a los 6 meses en febrero, de benigno no tenía nada.
¿Cómo me sentí entonces? Pues supongo que como todas las que pasamos por aquí, un miedo tremendo y autoconvencida de que me iba a morir. Ya imaginaba a mis hijos cuidados por otra mujer (malvada como en los cuentos) y venga preguntarme si de verdad me estaba pasando esto a mí.
Siempre pensé que esto era algo que le pasaba a los demás, pero que a mi no.
Me ponía a leerles el cuento por la noche para dormir y acababa llorando desconsolada, pensando que ese rato iba a tener fecha de caducidad, y lo tendrá, pero porque se harán grandes y no porque falte yo.
Acababa de pintar mi casa, y pensaba, menos mal que me voy a morir con la casa limpia; confieso que casi se me fue un poco la pinza.
Y la tranquilidad a mi vida llegó cuando me vi inmersa en el tratamiento de quimioterapia y me sentí segura, ya estábamos atacando al bicho.
En ningún momento me han dicho que no me vaya a curar, eso pienso yo (estadio 2), aunque sea un triple negativo.
Así que intento mirar hacía delante y volver pronto a mi vida de mujer trabajadora dentro y fuera de casa; ahora soy trabajadora sólo dentro de casa, y a lo mejor, el tener dos niños tan pequeños, que no quieren ver a su madre enferma, ha hecho que en 8 sesiones de quimioterapia sólo me haya metido una vez en la cama.
He seguido para adelante con mi vida, casi normal, por ellos y los he llevado al cole, al parque, a los cumples, a la natación, con pañuelo o peluca, hasta vacaciones entre sesiones de quimio.
Mi hijo me pregunta cuando voy a tener el pelo largo (siempre he llevado una media melena), el pobre asocia pelo corto a mala racha para todos; así que lo dejaré crecer hasta que me harte. Y la peque, es muy peque aún para darse cuenta de lo que ha pasado, aunque le hacía mucha gracia verme calva.
Ahora que está todo casi ya pasado, me falta darme la radioterapia, mi marido ya me pregunta si veo la luz al final del túnel (no en el modo morir, je je) y yo le digo que ya que no tengo bicho, la quimio fue muy efectiva, y tengo mi pelo, mis pestañas y cejas, y algún que otro pelillo más, le digo SÍ.
Y que en ningún momento me ha hecho sentirme menos mujer por no tener un pecho, aunque el cirujano ha hecho muy buen trabajo (gracias Dr. Lorenzo), y todavía no ha terminado el proceso de reconstrucción.
A mi marido le pongo un 10 (aunque según la bioneuroemociòn de Enric Corberá, es el culpable de mi cáncer y debería alejarme de él, hice una sesión y ni una más).
Aunque tenga momentos de bajón, siempre que tengo que ir al hospital para citas, vuelvo a la realidad de lo que he pasado.
Y espero que este pequeño relato de lo que han sido estos meses ponga luz a las que estáis empezando este camino, y os digo una cosa:
SI SE PUEDE"
Cuando leí su email, me emocioné mucho. Quizás porque me vi reflejada en ella. Ese sentido del humor algo oscuro lo compartimos o quizás es efecto de la quimioterapia. Bueno, me sentí identificada con ella porque yo sé también lo que es que se me vaya la pinza y creer que me iba a morir y que no merecía la pena estar pendiente de nada...ni casa, ni trabajo, ni nada. También sé lo que es llorar por amor. Por querer tanto a alguien que no quieres morirte porque no quieres hacerles daño...ni que te lloren. No tengo hijos, pero he sentido eso igualmente.
El relato de Noelia creo que nos ayuda a darnos cuenta también de la necesidad de las revisiones. Un fibroadenoma puede no ser tan benigno como a veces parece y tarde o temprano el cáncer da la cara... Así que creo que es fundamental que no cunda el pánico, pero no dejar de acudir a las revisiones ginecológicas e insistirle a los médicos cuando creamos que algo no va bien.
El cáncer de mama en muchos casos canta y se manifiesta en cambios en nuestras mamas... Conoce tu cuerpo y obsérvate.
Por último, Noelia ha tenido un cáncer de mama distinto a mío, de los que ya os he hablado. Es triple negativo y la tiene algo nerviosa, aunque yo le digo que en un estadio 2 y con tan buena respuesta a la quimio... que esté tranquila y no se adelante a acontecimientos.
En otra ocasión espero que se anime y nos cuente esa experiencia suya sobre bioneuroemociòn de Enric Corberá... porque en este blog siempre tendrá cabida.