He regresado después de un largo puente. Este año no hemos hecho nada especial como ir a Londres, pero hemos hecho lo que se supone que debe hacerse un puente... disfrutar del tiempo libre.
El viernes compramos muebles nuevos, sí, sí... suecos hasta la médula. Nos, o mejor dicho, me hacía falta una estantería nueva para colocar todos mis bártulos. Pues bien, hoy he acabado de ordenar mi parte, que es casi todo, y entre las cajas ha aparecido un cuaderno:
Se me ha caído el alma a los pies.
¿Por qué?
Cuando me diagnosticaron cáncer de mama y como siempre me ha gustado escribir, inicié una especie de diario. Este cuaderno incluye notas, pensamientos, recetas, listas de deseos...
He releído parte de lo que escribí y sólo he visto una chica muerta de miedo y de angustia.
¡Qué perdida estuve!
Me ha traído a la mente y al corazón recuerdos sobre una época que he olvidado. ¡Otra cosa más que he olvidado!
En el cuaderno dejé de escribir a diario después de salir del hospital cuando tuve neutropenia febril. Supongo que la falta de energía tuvo algo que ver. Después de esa fecha, escribía de forma esporádica y, sorprendentemente, mi último escrito tiene fecha de 12 de Octubre de 2013, cuando ya sabía que me iban a realizar una mastectomía bilateral.
Después, nada.
A mí me sorprende que esa chica del cuaderno, tan chica y tan asustada, sea yo. Lo digo sobre todo porque había olvidado esa angustia. Me gustaría no reconocerme en esas letras. Sin embargo, esa parte de mi vida ha existido. Me encantaría poder borrarla porque si os digo la verdad...
¡qué pérdida de tiempo!
Bueno, ahora que han pasado años desde aquello puedo decir qué perdida de tiempo, pero también entiendo que debe ser una fase por la que todas debemos pasar al recibir un diagnóstico de cáncer. Todas tenemos derecho a estar tristes, decaídas, a sentir miedo, a compadecernos de nosotras mismas, a maldecir nuestra suerte, a llorar, a odiar, a patalear,...
Hoy en día, las mujeres parece que debemos ser fuertes en todos los aspectos de nuestra vida, sobre todo, ante la adversidad de una enfermedad como es el cáncer. ¿Y si no eres fuerte? ¿Y si no eres valiente? Pues no pasa nada. Vas a curarte igualmente.
Yo, que hablo con conocimiento de causa, te digo que nunca te sientas culpable por como te sientas. Si estas tristes y los de tu alrededor se agobian por verte mal... pues que miren para otro sitio. Sin embargo, si crees que hacer el esfuerzo para no venirte abajo delante de los demás te servirá para, realmente, no venirte abajo... te invito a que hagas el intento.
De verdad, es una pérdida de tiempo estar triste y culpar a la humanidad de tu enfermedad. Te puedes permitir ese lujo, pero ¿te merece la pena cuando no puedes cambiar nada?
Yo doy gracias por haber desarrollado el instinto de superación personal, por creer que sí podía salir adelante sin que cambiara el tamaño de mi corazón o se me endureciera.
Además, si yo he podido, todas podemos. Las que lo estáis pasando... no lo dudéis. Tomaros el tiempo suficiente para llorar, no tenéis que ser superhéroes, pero no dejéis pasar nunca, nunca, una oportunidad para disfrutar de la vida por estar lamentándoos de vuestra mala suerte.
Después de varios años, y haber olvidado mucha angustia, he recordado que tuve miedo... para recordar luego que fui valiente.
Si estáis metidas en esta enfermedad en estos momentos... recordad que el tiempo es es mejor regalo. Vais a tener tiempo, todo el del mundo...
Y, lo mejor, es que los malos recuerdos que vais a olvidar, los vais a sustituir por otros, mucho mejores.
Yo sigo creando buenos recuerdos:
Este año, aunque ya parece una costumbre, me fui a Jerez a las Zambombas, con esos compañeros que me recuerdan que hay que disfrutar de cada momento...y si hay que dar 3 vueltas a una rotonda, se dan.
Jerez 2015 |
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