jueves, 3 de septiembre de 2015

No estamos solos. No estáis solos.

Hoy, como muchos de vosotros, me he levantado leyendo distintas noticias sobre la tragedia siria y de miles y miles de refugiados. También, como muchos de vosotros, he llorado.

No es este el espacio para política, de la que entiendo bien poco, pero sí creo que éste, mi pequeño rincón, es un espacio donde cabe la humanidad. Donde caben todos los huidos y todos los que sienten miedo. Porque ante el miedo, todos somos iguales. Y yo sé lo que es el miedo. A morirme. 

Alguna vez os he contado que desde que el cáncer de mama entró en mi vida (sí, CÁNCER, no UNA LARGA ENFERMEDAD), mi sensibilidad hacia los más chinijos se agudizó bastante. Tener cáncer es una mierda, pasar por una quimio, una tortura larga, dolorosa y cíclica. Que mata muchos sueños. No se me ocurre nada más cruel por lo que pueda pasar un niño. 

Hasta ahora.......

Pensar que hay miles de niños que pasan por esta puta enfermedad y, a pesar de todo, mantienen una sonrisa y un sueño, me inunda el corazón de lágrimas porque no, no deberían pasar por esto. Porque el cáncer es una enemigo feroz al que te tienes que enfrentar solo (por muy rodeado y apoyado que estés), porque tienes miedo todo el tiempo y lo peor, para siempre. Porque ese miedo se aloja en cualquier rincón de tu cuerpo y está listo para asustarte de vez en cuando, aunque sólo sea un miedo irracional y sepas que estás limpio. 

Los niños de Siria tienen miedo, como sus familias, y huyen buscando una oportunidad, cualquiera. Y desgraciadamente, muchos pierden todos sus sueños de golpe, en la orilla de una playa. A una edad en la sólo deberían entender de juegos y de risas, se enfrentan a miles y miles de km de huida, a mafias que trafican con personas y, en fin, a la muerte. 

Vienen buscando una vida mejor en Europa, de la que nos quejamos tanto. ¿Cuándo nos hemos vuelto tan señoritos? ¿Cuándo se nos ha olvidado que hay hambre, guerras, violaciones, muertes en el mundo? 

¿Cuándo empezamos a mirar hacia otro lado?

Es curioso cómo la vara de medir es distinta: si te vas fuera de España a buscarte la vida hoy en día eres un héroe nacional y si alguien, desesperado, se viene a buscar la vida acá, es una molestia. Un problema. La verdad es que hasta para nacer hay que tener suerte y nacer en España es un privilegio, unos cuantos grados más al sur y sabríamos lo que es cruzar un mar y tener miedo. De morir. 

Yo sigo pensando en esos locos bajitos que tienen miedo. Que se enfrentan solos al miedo. Enfermos de cáncer o refugiados tienen a unos padres muertos de miedo, que sólo sueñan con que pase todo y puedan seguir disfrutando de sus hijos... y verlos crecer. Los que seáis padres tenéis que temblar cuando veis ciertas imágenes. Uno no sabe si es acertado que las pongan porque atentan contra la dignidad de esos niños, pero es evidente, que sólo cuando nos muestran la cruda realidad de la guerra y la inmigración, nos involucramos. Y es ahí cuando es acertado poner esas fotos. O eso creo yo.

Gracias a esa foto hoy sé que la guerra en Siria "expulsa" del país a diario a 6000 personas. Mi problema no es dónde acogerlas, para eso están los políticos a los que les pagamos muy bien, para que no tengan que huir a otros países. Mi problema es acogerlos y aceptar que vengan a Europa. Que esos locos bajitos sonrían de nuevo y que sepan que si han perdido sueños en el camino, acá podrán crear sueños nuevos, junto a sus familias. 

Mi amiga Blanca hoy ha publicado en su red social la siguiente fotografía de una playa: 


Un mensaje sencillo, pero profundo. Los niños, todos, debería estar jugando y creciendo sin miedo. Que es lo que los hace niños. 

El cáncer infantil desgraciadamente no se puede evitar, o no está en nuestra mano. Evitar una guerra que dura ya más de 4 años, creo que sí debe estar en manos de alguien. 

Esta entrada de hoy es por el miedo... porque sigo sintiendo miedo. Y no se lo deseo a nadie. 

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