jueves, 12 de mayo de 2016

DÍA INTERNACIONAL DE LA ENFERMERÍA

Hola...Cómo os va la semana?? Acá en Sevilla bastante gris y ha llovido más que en todo el año... Ahora mismo os escribo y está tronando. Realmente no me importa este cambio de tiempo porque también ha bajado la temperatura y debido a estos "soponcios" de abuela, vivo mejor a 14 grados que a 30.

Hoy os quiero hablar de algo muy especial. 

Al lío. 

Soy de esas personas que siempre dice que hay que tener amigos de todas las profesiones... Sí, vale... Mayoritariamente tengo amigos que son biólogos, bioquímicos y/o farmacéuticos porque me he pasado toda la vida estudiando y trabajando con ellos, pero tengo amigos profesionalmente muy variopintos (¿Se dice así?) 

De todas las profesiones que me rodean, hay una que destaca... Las enfermeras. 

Tengo muchas amigas enfermeras... Muchas. Sanotas y oncoamigas también. Y todas hoy están superorgullosas de su profesión, de su trabajo y de su vocación. 

¡No es para menos!

Hoy todas o casi todas se han encargado de recordar que es el Día Internacional de la Enfermería. 

Decía William Osler que las enfermeras son una de las grandes bendiciones de la humanidad... Yo así lo creo también. 

He estado en manos de muchas... demasiadas. A veces hasta tiemblo de emoción cuando estando ingresada, en silencio entraban de noche para vigilar mis goteros o medirme la temperatura o a administrarme mi medicación.

Siempre hablo de mis médicos y de la suerte que he tenido con ellos... porque los personalizo, conozco parte de sus vidas y ya son muchos años de cuidarme. Sin embargo, las enfermeras son siempre las que me han cuidado en esas cosas que más necesitas, cuando te duele, cuando no sabes qué te pasa, cuando tienes miedo,... en silencio, con cariño y con devoción. 

Nunca vi una cara de pena ni de compasión. 

Recuerdo especialmente a todo el equipo de enfermería de la Unidad de Día del Quirón Ave María, donde pasaba 4-5 horas cada 21 días enganchada a un gotero. Siempre fueron tan cariñosos con nosotros. Aún me miro las cicatrices en mis manos de los pinchazos de la quimio y no recuerdo ningún dolor. Recuerdo los consejos para cuidarnos la piel y que no nos asustáramos si se nos ponía la lengua naranja. 


Recuerdo una chica francesa, en prácticas, que me pinchaba la heparina en la barrigota. O aquella que me desenganchaba la vía un rato para poder asearme en el baño más tranquila después de haber sudado por la fiebre toda la noche. 

Recuero a las enfermeras de quirófano. Cuando digo enfermeras, también me refiero a ellos, que en quirófano había muchos chicos. ¡¡¡Qué habría sido de mí sin ellas!!! Su mano calentita, dándome ánimos,... 

En serio, he pasado por muchísimas manos de enfermeras. 

Escribo y se me saltan las lágrimas porque me hubiera gustado conocerlas a todas, darles las gracias, decirles que después de verme tan mal, estoy curada, que en el peor momento de mi vida ellas (y ellos) estuvieron cuidándome delicadamente y aliviando mi dolor, que no fue poco, y mis miedos, que siempre fueron grandes. 

A mis amigas enfermeras decirles que tienen una profesión maravillosa y que espero que a pesar de lo malo que hay en todos los trabajos, nunca olviden que la vida de los enfermos está en sus manos...

... y que las necesitamos y las valoramos por ello.  

MUCHAS GRACIAS A TODAS LAS ENFERMERAS QUE ME ATENDIERON, ME ATIENDEN Y ME ATENDERÁN. 


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