martes, 1 de marzo de 2016

Primavera eterna

Buenos días: 

En Sevilla estamos pasando un invierno que no es un invierno. Vivimos en un invierno que se parece más a una primavera que otras muchas primaveras vividas.

Hace casi casi casi 3 años que me casé y recuerdo ese invierno porque llovía todos los días, menos, precisamente, el día de mi boda. 

Lo mismo hubiera sido mejor que lloviera, por eso de "novia mojada, novia afortunada"... y me hubiera ahorrado algún que otro disgusto. Seguramente el refrán se refiere a la vida en pareja y no a todos los aspectos de la vida por lo que librarme, lo que es librarme de un cáncer de mama, no me iba a librar. 

Sobre todo, porque ya venía conmigo.

Vivir con este clima a mí me hace sentir muy afortunada, la verdad. Si tienes cáncer de mama y estás en tratamiento, más aún. 

¿Por qué lo digo?

Por ejemplo, si pasas por una quimio, uno de los principales riesgos a los que estás expuesta es a una pérdida de defensas naturales. Si hace frío o mal tiempo, pueden pasar dos cosas, que te refríes o bien que alguien a tu alrededor se refríe y entonces, acabes pillando tú algo. 

Peligroso. Mucho. 

Lo dice una que se pasó casi 1 semana en una clínica porque mis defensas estaban bajo mínimos tras una semana de quimio. Si normalmente tenía, no sé... 5000... pasé a tener <90. 

Acudí pronto al médico al sentirme mal y con fiebre. Y tras 1 semana, no se me encontró ningún elemento infeccioso en mi cuerpo, pero pasé días aislada por prevención. Y eso es una mierda. 

Me obsesioné con la limpieza de manos, por beber de mi botella de agua, que nadie la tocara, que el tapón no lo colocaan boca abajo en una mesa que todo el mundo tocaba. Abría y cerraba los grifos con el codo, ...  

En fin...

Que haga buen tiempo no te libra de una gripe o un resfriado... pero al menos es menos frecuente que a tu alrededor haya miles de virus esperando su oportunidad. 

Esto que os cuento es algo obvio sobre los beneficios de un buen clima, ¿no?

Ahora me quiero referir al resto de la enfermedad... 

A mí me tocó pasar la quimio entre mayo y septiembre en Sevilla. Hacía bastante calor ese verano y por mi falta de energía no pude salir mucho de casa, sobre todo, ya al final, pero tener aire acondicionado me ayudó a combatir náuseas, sofocos, malestar general y... depresión. 

Mi operación fue en octubre y recuerdo que tanto cuando entré como cuando salí, hacía buen tiempo. De hecho, recuerdo que a medida que iba acudiendo a las curas, iba añadiendo más ropa. 

Eso se recuerda porque cuando tienes dos tetas menos, el peso de una rebeca o un chaquetón jode tela. Así que, que el invierno no llegue a Sevilla hasta Diciembre me ayudó también un poco a no tener que cargar con un chaquetón pesado e incómodo de poner y quitar cuando te mueves con dificultad por el dolor o las contracturas musculares. 

Antes de que me diera cuenta, llegó la primavera de nuevo y si ahora miráis al cielo y veis un precioso color azul, me entenderéis cuando digo que eso da la vida. 

Vivir en un clima como el de esta mi tierra ha sido una bendición. 

Bueno, no tanto, a veces. 

Este último año he estado sometida a la influencia del Zoladex que me ha causado una menopausia galopante y me ha regalado un estado generalizado basado en sofocos y malestar térmico, como yo lo llamo.

Que haya sido el invierno más cálido que yo recuerde no me ha favorecido mucho, porque cuando te da uno de esos temidos sofocos, es como que te ponen una plancha caliente cerca de la cara y sólo necesitas meter el careto en un congelador. 

Este invierno me asomaba a la ventana con cada sofoco y mejor me ha ido un buen abanico. 

Sin embargo, no cambio por nada tener esta luz y este color de cielo. 

Para nosotras, enfermas y supervivientes de cáncer de mama, es de vital importancia mantenernos animadas, fuertes y valientes. El clima de donde vivas te influye, igual que influye en el estado anímico de los sanotes. 

Que huela a incienso en las calles, que te rodee el verde por los caminos, que en el cielo brille el sol... es una de las mejores medicinas que conozco para mantener la cabeza bien alta y decir bien fuerte:

SÍ SE PUEDE

A veces, estando distraída, te das cuenta de que tienes más suerte de la que crees. 

He vivido toda mi vida en Sevilla y hasta hoy no me he dado cuenta que esta ciudad también me echó una mano...

Para las chicas que hoy miran por su ventana y el día está gris, llueve o hace frío... y necesitan un rayo de esperanza porque están luchando en una batalla tan cruel como dura.... 

¡Asómate a mi ventana!




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